dijous, 3 de febrer del 2011

La revolución social V

















4. El proceso revolucionario y su direcciónDebemos distinguir entre proceso revolucionario y dirección revolucionaria. Desde nuestra posición, se entiende al proceso revolucionario como un conjunto de condiciones mecánicas generadas en el desarrollo del sistema. En ese sentido, tal desarrollo crea factores de desorden que, finalmente, son desplazados, se imponen, o terminan descomponiendo la totalidad del esquema. De acuerdo a los análisis que llevamos hechos, la globalización a la que se tiende en estos momentos está presentando agudos factores de desorden en el desarrollo total del sistema.
Se trata de un proceso que es independiente de la acción voluntaria de grupos o individuos. Ya hemos considerado este punto en más de una ocasión. El problema que se está planteando ahora es, precisamente, el del futuro del sistema ya que éste tiende a revolucionarse mecánicamente sin mediar orientación progresiva alguna. La orientación en cuestión depende de la intención humana y escapa a la determinación de las condiciones que origina el sistema. Ya en otros momentos hemos aclarado nuestra posición respecto a la no pasividad de la conciencia humana, a su característica esencial de no ser simple reflejo de condiciones objetivas, a su capacidad de oponerse a tales condiciones y pergueñar una situación futura diferente a la vivida en el momento actual (aquí sugerimos ver la Carta número 4, par. III y IV y el libro Contribuciones al pensamiento en el ensayo Discusiones historiológicas, cap.3, par. II y III). Dentro de ese modo de libertad, entre condiciones, interpretamos la dirección revolucionaria.
Es por el ejercicio de la violencia que una minoría impone sus condiciones al conjunto social y organiza un orden, un sistema inercial, que continúa su desarrollo. Vistas así las cosas, tanto el modo de producción y las relaciones sociales consecuentes; tanto el orden jurídico y las ideologías dominantes que regulan y justifican dicho orden y tanto el aparato estatal o paraestatal a través del que se controla el todo social, se develan como instrumentos al servicio de los intereses e intenciones de la minoría instalada. Pero el desarrollo del sistema continúa mecánicamente más allá de las intenciones de esa minoría que lucha por concentrar cada vez más los factores de poder y control, provocando con esto una nueva aceleración en el desarrollo del sistema que progresivamente va escapando a su dominio. De esta manera, el aumento del desorden chocará contra el orden establecido y provocará por parte de ese orden la aplicación proporcional de sus recursos de protección. En épocas críticas se disciplinará al todo social con todo el rigor de la violencia disponible por el sistema. Así se llega al máximo recurso disponible: el ejército. Pero ¿es totalmente cierto que los ejércitos seguirán respondiendo del modo tradicional en épocas en que el sistema va al colapso global? Si eso no fuera así, el giro de situación que puede ocurrir en la dirección de los acontecimientos actuales es tema de discusión. Basta reflexionar sobre las últimas etapas de las civilizaciones que precedieron a la actual para comprender que los ejércitos se alzaron contra el poder establecido, se dividieron en las guerras civiles que ya estaban planteadas en la sociedad y no pudiendo introducir en esa situación una dirección nueva el sistema continuó su dirección catastrófica. En la actual civilización mundial que se perfila ¿se tratará del mismo destino? Habremos de considerar a los ejércitos en la próxima carta.
Reciban con ésta, un gran saludo.

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